• Artículo publicado en la edición impresa del periódico LAS PROVINCIAS el Jueves 20 de Febrero de 2014
  • Los Bonos Estructurados al igual que las Participaciones Preferentes han sido vendidos masivamente a los sufridos consumidores mediante mentiras y engaños

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Siempre me ha gustado la música, y todavía guardo con mucho cariño los vinilos que he ido comprando y atesorando a lo largo de los años. Discos que adquirías por la canción que en ese momento estaba de moda, pero que siempre traía consigo un tema sorpresa en su cara “B”. Pues bien, los productos estructurados son esta cara “B”, oculta bajo los ríos de tinta que se han ido vertiendo sobre las preferentes, y que ahora estamos empezando a descubrir. Sí, al contrario que las Participaciones Preferentes, de las que tanto se han nutrido personajes como Blesa, Rodrigo Rato, Narcís Serra, consejeros de la CAM o BANKIA (palmeros al fin de la España del pelotazo) estos ESTRUCTURADOS- otros productos tóxicos bancarios que han infectado a miles de particulares y empresas españolas- tienen extraños y rutilantes nombres como de superproducción de Hollywood o de película de ciencia ficción: Bono Fortaleza, Tridente, Bono Bienvenida, Bono Gran Banca, Bono Lehman Bros., Bono Goldman Sachs,…El caso es que vendidos masivamente a los sufridos consumidores y usuarios de banca antes del hundimiento de Lehman Bros. – allá por el fin del verano del 2008-, es ahora cuando se están recogiendo sus amargos frutos en forma de pérdidas millonarias, que después de las preferentes, están acabando de esquilmar los ahorros de los españoles.

En aquellos años de bonanza se ofrecían a los clientes como productos seguros, que si bien tenían riesgo, este era meramente teórico pues estaban referenciados a acciones de empresas muy solventes, y por tanto- nos decía el siempre seductor empleado de banca…- el riesgo era mínimo y la ganancia segura. Miles de españoles, pues, fiaron sus ahorros y sus planes de pensiones de hecho, en estos tóxicos bancarios, que una vez que se produjo la crisis económica mundial, se han revelado como letales para miles de empresas y particulares, a los que han dejado literalmente con una mano delante y otra detrás.

Lo cierto es que se vendían en las sucursales como churros y sin la información adecuada, o con una información absolutamente incomprensible- que solía disimular los riesgos utilizando frases ininteligibles más propias del añorado Cantinflas que de un responsable banquero-, y muchas veces sin saberse siquiera, qué hojas estaban firmadas y cuáles no, en inversiones de, sin embargo, muchos miles de euros- cuando no cientos…- en las que hasta, este importantísimo detalle, se pasaba por alto. En otras ocasiones se referían al producto como un inocente plazo fijo o una imposición a plazo, sin informar al cliente, y durante años, de las graves pérdidas que estaba sufriendo esta estructura, falsa imposición a plazo o “este producto tan seguro como un plazo fijo…hombre…”.

Al final, como en las preferentes, lo único que importaba era vender a mansalva el Bono Fortaleza, o el Tridente, o el Bacon, o el Bienvenida, sin más: sin test mifid, o con un test del inversor francamente forzado para dar un perfil apto para productos tan complejos y arriesgados como estos, y siempre, siempre, sin recibir una información, clara, precisa y sencilla como repetidamente le exigen las leyes a los empresarios de banca.

Los frutos amargos de semejantes inversiones se vienen recogiendo desde el año de 2012 hasta la actualidad, con pérdidas millonarias que han arruinado a miles de españoles tanto particulares como empresas, que al igual que en el caso de las preferentes fueron llevados a firmar estos productos con claros engaños o sin la información debida y sin tener en cuenta que sólo personas muy arriesgadas y muy experimentadas eran aptas para semejantes bonos o estructurados. Y, como en el caso de las participaciones preferentes solo nos queda confiar en que la Justicia, una vez más, tendrá la sensibilidad social suficiente para abordar estos casos imponiendo a los bancos el justo deber de reparar todo el grave daño económico que han causado con la venta masiva, indiscriminada y desinformada de estos ruinosos productos que, finalmente, han (des)estructurado gravemente tantas pequeñas y medianas economías de nuestro país.

FDO. JAIME NAVARRO

ABOGADO

Fuente: Las Provincias